El carnaval ya se manifestaba en Gualeguaychú desde el siglo 19, era una fiesta colectiva en la que participaba todo el pueblo.
Era en los atardeceres, cuando la gente se reunía en las calles a ver los coloridos trajes, música y fogones que daban vida a la noche pueblerina.
En las primeras décadas del siglo pasado, el corso alcanzaba un esplendor comparable al actual desfilando por la arteria principal. Los palcos instalados por las familias tradicionales cubrían las veredas de todo el circuito. Allí eran los dueños de las viviendas los que competían por tener el mejor palco, el más iluminado, el de mayor concurrencia. Numerosos carruajes desfilaban llevando a pequeñas niñas ataviadas con pintorescos trajes.
Luego, en la calle 25 de mayo se instaló una enorme pasarela de madera donde actuaban las orquestas y murgas, allá por el año 1930.
Las décadas siguientes estuvieron signadas por las letras de los temas musicales de las murgas que, contestatarias, trataban temas de actualidad y realizaban críticas a su sociedad.
Con el pasar del tiempo, nacieron las comparsas en clubes o de la mano de estudiantes, que competían año a año en ser mejores que sus vecinos con sus trajes, música, carruajes, y así fueron mejorando la calidad y competencia.
La fiesta se fue perfeccionando y hoy es un símbolo de la ciudad, hasta se la denomina "el Carnaval del país", que año a año recibe mas turistas para disfrutar de estas.
El corsódromo está cada vez más equipado, las comparsas más profesionalizadas y, pero la la sangre carnavalera sigue siendo la misma que la de sus orígenes.