Aunque eclipsadas por las de Iguazú, Misiones también tiene otras cataratas, las únicas longitudinales del mundo. También un Parque Provincial muy intenso.
¿Cataratas, en Misiones? Cualquier viajero desprevenido respondería “las del Iguazú”. Sin embargo, la provincia mesopotámica ostenta otro privilegio: tiene los únicos saltos longitudinales del mundo, además, impredecibles. Un día pueden amanecer tapados por el agua del Uruguay y otro, con caídas de hasta doce metros de altura. No por nada, Moconá –de ellos se trata– quiere decir “el que todo lo traga”. La falla mide tres kilómetros, pero sólo cae agua a lo largo de 1.500 metros.
Más allá de la excursión a bordo de un gomón que recorre 35 kilómetros por el Uruguay, río arriba, la región de Moconá invita a calzarse las botas de explorador y recorrer la selva tupida de caminos colorados.
Para llegar a la zona es necesario entrar por Colonia Paraíso, con el arroyo El Soberbio dominando la vista. A lo largo de la Ruta 213, el tiempo parece detenido por construcciones de madera sin puerta, muchos de ellos, galpones que se dedican al secado del tabaco y el té, los dos grandes cultivos de la zona. Lo primero que recibe es el imponente Parque Provincial Moconá, que comparte el límite natural con el brasileño Parque Estadual Do Turvo, una reserva de la biósfera de 235 mil hectáreas. De este lado, el parque nació en 1967. Dentro de ambas reservas se puede admirar la flora y la fauna, a través de senderos de interpretación para trekking. Se debe que tener en cuenta que para cruzar al lado brasileño hay que llevar documentación, porque hay cruce de aduana. Dentro de Do Turvo, se recorren 15 kilómetros de selva, entre cultivos de trigo, maíz y soja. En el lado argentino, sobre el arroyo Pepirí Miní, se accede al Parque Provincial desde la estación de los guardaparques. Tras 600 metros de caminata sobre piedras con el agua, a veces, hasta la rodilla, se llega a los saltos para verlos desde arriba. Recomiendan llevar zapatillas y no ir con niños muy pequeños.
Una vez de regreso en Puerto Paraíso, se puede optar por el trekking, la observación de aves y algunos animales –los monos, eso sí, son esquivos– o andar en bicicleta con un guía. Frente al brazo que desemboca en el Uruguay está la Reserva de la Biósfera Yabotí, un espacio privado donde todavía se explota madera. Permiten acampar, con previo permiso. Dentro de ella, la reserva natural cultural Papel Misionero tiene el entorno natural muy bien conservado: no hay más explotación de papel, y entre los helechos y los árboles enormes viven tres comunidades originarias.
Para un cierre más en contacto con la cultura local, está el Museo de las Esencias, en el centro del pueblo, en El Soberbio. El laboratorio de Carlos Yunis muestra elementos para destilar las hierbas, pastos y demás vegetales regionales, hasta conseguir esencias como el patchouli o la citronella. Y en medio de ese paisaje de aromas, prometerse volver.
Fuente: Diario Perfil