Las Misiones Jesuíticas de los indios guaraníes -San Ignacio Miní, Santa María La Mayor, Santa Ana y Nuestra Señora de Loreto (Argentina), y San Miguel de las Misiones (Brasil)- "representan una experiencia económica y socio-cultural sin precedentes en la historia de los pueblos", afirmó la UNESCO, al reconocerles, en 1984, méritos para integrar el Patrimonio Mundial.
San Ignacio, Loreto, Santa Ana y Santa María, ubicadas en la provincia de Misiones, se visitan en un circuito de 296 kilómetros de gran belleza panorámica. Estas reducciones, establecidas en territorio argentino en la primera mitad del siglo XVII, formaron parte de los 33 pueblos que componían la antigua Provincia Jesuítica del Paraguay.
En las Misiones los indígenas cultivaban tanto las parcelas de cada familia, denominada Abambaé ("propiedad del hombre"), como la tierras Tupambaé ("propiedad de Dios"), destinadas a mantener el templo, la escuela y los necesitados. Para conseguir productos especiales como caballos, semillas o anzuelos, viajaban a Asunción, Santa Fe o Buenos Aires, donde los compraban o cambiaban por su yerba mate, que era muy solicitada por los habitantes de las ciudades y del campo.
En honor a Tupá, nombre que los guaraníes daban al Dios cristiano, se desarrolló un arte único. Los jesuitas supieron aprovechar la habilidad artística de los indígenas. En las Misiones surgieron carpinteros, ebanistas, herreros, pintores, escultores y plateros que construyeron grandes templos y tallaron ángeles y flores en sus frentes, paredes, pilas bautismales y púlpitos. Muros y altares lucían cruces, pinturas e imágenes de santos talladas en madera.
En 1631, la mayor parte de las reducciones fueron asediadas y destruidas por los bandeirantes paulistas o mamelucos de Brasil. Sólo las de San Ignacio y Nuestra Señora de Loreto resistieron los ataques, pero en 1632 decidieron trasladarse a la región de Paranaimá, hacia el oeste.
En San Ignacio hoy se mantiene una comunidad de descendientes de guaraníes, allí se pueden observar algunas de sus auténticas artesanías y recorrer establecimientos yerbateros y otros cultivos, como ser lo cultivos de la káa-hée o "hierba dulce" (una excelente alternativa al azúcar y a los edulcorantes artificiales).
En la localidad se encuentra también un centro de interpretación, que provee información de la historia y la cultura de las misiones, además de organizar espectáculos didácticos.