Lejos de las Ruinas y las Cataratas, una sucesión de cascadas, saltos y arroyos cristalinos sugieren paseos por la serranía de la Región Central.
Si bien Misiones es sinónimo de Cataratas y Ruinas Jesuíticas, existen circuitos turísticos menos conocidos, pero que impactan igualmente por su belleza. Uno de ellos es la Región Central, atravesada por un cordón serrano que ofrece valles y arroyos cristalinos, con decenas de cascadas y saltos en un entorno de naturaleza casi virgen.
Las ciudades de Leandro N. Alem, Oberá y Aristóbulo del Valle pueden servir de punto de partida para surcar los caminos de tierra colorada. Entre plantaciones de té, yerba mate, cítricos y pinares, la aventura espera al final de cada curva. En verano es mejor salir provisto de tereré (mate frío) y repelente.
Una incursión por la zona también es una invitación a degustar menúes a base de yerba mate. Restaurantes y bares ofrecen desde bocaditos hasta pizzas, tragos y helados de mate. La gastronomía elaborada con yerba seduce con un sabor suave, incomparable.
Una buena opción es hacer base en Oberá -a 100 km de Posadas-, cuna de la inmigración europea de principios del siglo XX. A 2 km del centro, en Monte Aventura, la adrenalina comienza a fluir. Ofrece entretenimiento y diversión para grandes y chicos, con tirolesa, puentes colgantes, una casa construída sobre los árboles y el enorme desafío de hamacarse sobre una laguna llena de lodo tratando de no embarrarse. Los saltos Berrondo y Krysiuk ofrecen la posibilidad de acampar, con todas las comodidades para los amantes de las carpas y el contacto pleno con la naturaleza.
En Campo Grande, el salto Chávez impacta por sus 50 m de ancho. Pero, sin dudas, el más deslumbrante de todos es el Salto Encantado, cerca de Aristóbulo del Valle. El agua se despeña desde casi 60 m de altura, en una pileta natural que sirve para aplacar el intenso calor del verano misionero. Todo enmarcado en el verde intenso de parte de esa selva, que hasta hace algunas décadas cubría gran parte de la provincia y hoy es destruida por las motosierras. Un sendero bien cuidado en medio de la selva lleva hasta el salto La Olla. Ante su increíble belleza, el esfuerzo de la caminata bien vale la pena.
Varias chacras del Valle del Cuñá Pirú se transformaron en confortables lodges, donde se organizan paseos en carro, cabalgatas y es posible conocer la historia de los inmigrantes que llegaron a Misiones hace un siglo.
Naturaleza y tradiciones ancestrales de ucranianos, alemanes, polacos, rusos, escandinavos y suizos esperan a los turistas para mostrar cada uno de los rincones de una provincia bendecida por la madre naturaleza.
Fuente: Clarín Turismo
http://www.clarin.com/suplementos/viajes/2009/12/20/v-02104338.htm